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lunes, 23 de septiembre de 2019

VA POR JUAN...BEHOBIA 2019.

HACE UN MES APROXIMADAMENTE....me encontré almorzando con mi amigo Juan que me comentó entre bocado y bocado de aquel poco apetitoso bocata de la cafetería que correría la famosa Behobia.
Imaginaros lo que le dije. "Que estaba loco", "que es muy dura" "que si estas fuerte para correrla", claro yo recordaba aquel artículo de Nacho Barranco que leí meses atrás en la revista RUNNER´S world (diciembre 2018) y cada pelo del cuerpo se me puso en guardia. Y es que a veces es mejor no leer los prospectos de los medicamentos antes de tomártelos.
El caso es que como soy buen amigo de mis amigos he querido compartir este artículo con él y otros valientes por no decir locos. Espero que no me odiéis. Se que acabareis con esta carrera y sí, no digo la carrera por que esta es la carrera.
Merece esa expresión como cuando hablamos de la Toñi o del Pepe y ella será como vuestro primer maratón. Al final cuando os pregunten diréis. "No era para tanto". Pero lo tendréis en vuestro recuerdo para siempre y el cuerpo te lo recordará, como ese tatuaje que un día te hicistes y que aun sigue allí aunque pasen los años.
El artículo empezaba con dos fotos muy expresivas.
CIELO E INFIERNO. Así es la Behobia - San Sebastían. Una carrera en la que, sin ningún lugar a dudas, merece la pena ponerte el dorsal. Te contaremos por qué en los siguientes párrafos.
Hablan los corredores en la meta del Boulevard de Donosti sobre la belleza de una carrera que les ha generado más sonrisas que lamentos. De que los poros de su piel han vivido excitados a lo largo de los 20 kilómetros de la prueba, entre la emoción de los ánimos del público y el sudor que no paraba de emanar debido al esfuerzo. Y uno, que acaba también de cruzar esa línea de meta, se pregunta qué tendrá esta carrera que tanto elogian el resto de corredores pero que le ha hecho sufrir como pocas veces. Una carrera que le ha llevado hasta el límite y que todavía no ha empezado a saborear.
Y aun así sabe que merece la pena ponerse el dorsal.
Porque vamos a ser claros. La Behobia es una carrera que hay que correr, que destaca por su ambiente festivo y en la que puedes sentirte como un autentico corredor de élite sea cual sea tu nivel, pero que es dura. Durísima. Para muestra las fotos que ilustran este artículo, con las dos de Jaume Leiva a la cabeza, en la que se puede apreciar la extenuación del corredor que alcanzó la línea de llegada en primera posición. Imagínense el transitar del resto de participantes, exhaustos por las trementas ramplas del Alto de Miracruz, la subida a Gaintxurizketa o la trampa de Capuchinos. !Ay Capuchinos!.
Y aun así, merece la pena ponerse el dorsal.
Y es que el perfil de Behobia - San Sebastián no engaña. Incluso diría que, en cualquier caso, resulta bastante benévolo con la realidad del recorrido. Los locales te dirán que son  "simples tachuelas" o "un repecho de nada", pero cuando tus piernas acumulan ya varios kilómetros esas rampas se empiezan a hacer eternas. Y mejor no hablamos de las bajadas, en las que sabes que tienes que correr rápido si quieres obtener un buen tiempo en meta, pero que destrozan los cuádriceps a cada zancada.
Y aun así, merece la pena ponerse el dorsal.
Tampoco es una carrera sencilla a nivel logístico. Si duermes en Donosti, tendrás que coger un tren que te lleve hasta la salida en Behobia, junto a la icónica Isla de los Faisanes. Hasta allí tendrás que ir con lo que vayas a competir, por lo que conviene llevar algo de ropa vieja para dejar en la salida o algún poncho o plástico reutilizable. Por ello, todos los prolegómenos habituales a una carrera se verán afectados. Por el contrario, si duermes en la zona cercana a la salida (Irún, Behobia o la ya francesa Hendaya), tendrás que regresar allí una vez finalizada la carrera. 
Y aun así, ¿saben qué?, merece la pena ponerse el dorsal.
Si hablamos de la oferta cultural y gastronómica, puede que sea mejor calificarla como un arma de doble filo. ¿Cómo vas a presentarte en una de las capitales del buen comer y el buen beber y vas a dejar pasar la oportunidad de disfrutar de los mejores pintxos regados con buenos vinos de la tierra?. Algunos consiguen abstraerse y dejar de lado semejantes placeres terrenales para cuando la medalla de finisher esté colgando de su cuello, pero otros son incapaces y acaban danto tumbos por el Casco Viejo donostierra hasta altas horas, con la reconcome que supone tener que afrontar en pocas horas (y con algunos vinos más en cuerpo) los 20 kilómetros que transcurren entre la frontera francesa y la capital guipuzcoana.
Y aun así, merece la pena ponerse el dorsal.
El respeto por la prueba y su organización es otro de los principales argumentos para presentarse en la línea de salida de la Behobia. Pocas carreras hay en España en las que se acate de tal manera la disposición de la salida, siempre por cajones en función del tiempo acreditado. También es verdad que los organizadores no se andan con miramientos y descalifican a todo aquel que adelante su salida y se coloque en un cajón que no le corresponde. No importa que la cifra de llegados a meta sea menor, ya que es más importante dejar claro que allí, con ese dorsal en el pecho, el respeto por el deporte y la carrera es lo primero. Y aun así, claro, merece la pena ponerse el dorsal.
Por todos estos motivos y alguno más que resulta imposible contar con palabras merece la pena estar en Behobia - San Sebastián. Como te hemos dicho, tienes que saber que es una carrera con un precio de inscripción elevado, que tampoco es una carrera cómoda en la que la línea de salida es accesible, que su recorrido es tremendamente duro y que si tu objetivo es hacer un buen tiempo en 20 kilómetros no es el mejor lugar para lograrlo. Pero todo eso merece la pena solo por vivir la experiencia que supone subir el Alto de Miracruz empujado por el ánimo de miles de aficionados agolpados en los laterales de la carretera y saber que, desde su agónica cima, una bajada te conducirá hasta el corazón de la Bella Easo.
Desde ahí, la recta más eterna de toda tu vida. Sonrisas y gestos de sufrimiento se intercalarán en algo más de un kilómetro que resume a la perfección lo que es la Behobia - San Sebastian. Una mezcla agridulce que, como todo buen sabor, engancha a cualquiera.
Porque en el asfalto vasco el dolor de piernas se enmudece con el "aúpa chaval" de la cuadrilla de amigos que disfruta del almuerzo en el arcén de la carretera. Por que cuando tu cabeza te dice que ya no puede aguantar más, la mirada cómplice de esa chica que espera a algún familiar hace que sigas hacia delante. Un metro tras otros y así hasta completar 20.000. Probablemente, los mejores 20 kilómetros de toda la geografía peninsular. Sufrirás como nunca pero querrás estar de nuevo el año siguiente junto a la Isla de los Faisanes, con un dorsal.
Y así volver a saborear el cielo y el infierno de Behobia - San Sebastian.







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