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domingo, 25 de marzo de 2012

MI CARRERA. Veinticinco de marzo de dos mil doce.

No puedo negar que en esta ocasión no disfrute. Hacía varios meses desde noviembre, creo recordar que no disputaba una media y la última fue la de Cuenca.
Si bien es cierto, suelo salir a rodar y quedamos sobre los 15 km o más, todos sabemos que no es lo mismo el día de la carrera.
He sufrido y he notado la sensación de querer correr y no poder dar una zancada cómoda. Te das cuenta que las piernas se te apelmazan y poco a poco no corres ni como deseas ni como quieres. Te limitas a ver los metros pasar uno trás otro e ir sumando kilómetros, uno trás otro. Mentalmente no estoy preparado para estas sensaciones todavía.
He encontrado una cita de Haruki Murakami, en relación a lo que fue su primera maratón; "iba bien de resistencia. No parecía que fuera a tener problemas para recorrer la distancia que quedaba. Pero entonces, justo después del kilómetro treinta, de repente las piernas empezaron a no responderme. Me entraron calambres, que se fueron haciendo cada vez más intensos, y finalmente, ya no pude correr nada.".
Yo, lo cierto es que sin llegar a plantearme parar, si he notado cierta resistencia mental, de querer y no poder.
En fin, no fue como deseaba pese a correr los primeros 10 kilómetros en 47 minutos justos y hacer los últimos 5 kilómetros en 26 minutos, sólo he podido rozar la hora y cuarenta y dos.
Hoy mi alegría es extradeportiva y viene de la mano de poder haber compartido mi primera media maratón y mi primera carrera con mi padre como espectador. Sus palmas y palabras de ánimo al pasar junto a él me hacían sentir único.
Su gritos erán para mí, sólo para mí y sus aplausos también, eso es lo mejor de esta mañana, por ello ha merecido la pena sufrir un poquito, creedme.

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